sábado, 4 de enero de 2014

Capítulo 1º: "Siete años"

Después de abrir los ojos, me fijo en mi móvil. He dormido una mísera siesta de 5 minutos, esto no vale la pena. El crío este de atrás a agotado mi paciencia y lo único que pido, es descansar un poco, creo que no es mucho pedir, ¿cierto?

- Disculpe. -Hablo a una azafata que pasa a mi lado-
- ¿Sí? -Responde sonriente-

Una chica más o menos de mi altura o incluso unos centímetros más alta, pelo rubio recojido en una coleta baja de lado, que deja ver lo largo y liso que lo tiene. Ojos verdes y unos gruesos labios, cubierto por un pintalabios rojo, demasiado llamativo.

- ¿Falta mucho para llegar?
- Una hora, más o menos.
- De acuerdo, gracias. -Agradecí amable, con una sonrisa falsa-

Y falsa, por el único echo de tener que seguir agobiándome. Odio los aviones, lo puedo jurar, la próxima vez voy en tren, o en coche, ¡incluso andando! Si hace falta, pero no me vuelvo a subir más a un avión. Cuando vuelva, le diré al abuelo que me lleve, así es más fácil, además, estaría más relajada, podría hablar con el abuelo, escuchar música decente, porque no vale la pena escuchar la música que resonaba en aquel avión, o incluso hablar por teléfono, lo que aquí no me dejan hacer.

Cojo mi bolso, que anteriormente estaba guardado con el resto de equipajes de mano. Pesa más de lo normal, es decir, no metí tantas cosas, el móvil, la cartera con el DNI, las laves... ¿las llaves? ¿Para qué quiero yo las llaves? Hasta dentro de tres meses, no las voy a necesitar. En fin. Abro el bolso y observo in libro dentro, ¿un libro? Yo no metí ningún libro dentro, seguro que fue mamá, cosa que ahora mismo agradezco, ya que no encuentro otro método de entretenimiento.

Lo observo, "Someone like you" de Sarah Dessen. Me encojo de hombros y me dispongo a leerlo con total tranquilidad, no tengo nada mejor que hacer, asi que...

Distraída en aquel libro, no podía dejar de pasar las hojas, estaba totalmente enganchada, aveces sentía alguna que otra patada en mi asiento, pero no le prestaba atención, debía ser porque no tenía nada mejor para hacer, más que exigirle a aquel niño que se durmiese de una santa vez y me dejase en paz, pero seguí observando las palabras que había atrapado mis ojos, para no apartar mi vista de aquel.

"Así que caminé hacia esta nueva chica, sus lentes de sol me mostraron mi propio 
reflejo; Camiseta blanca, pantaloncillos azules, keds desgastados con calcetines rosados. Y 
esperé que ella se riera de mí, me enviará lejos o solo me ignoraraácomo hacían las chicas 
más grandes. 

— ¿Scarlett? — la voz de una mujer vino desde adentro, sonaba cansada y nerviosa. — ¿Qué hice con mi chequera?

 La chica en los escalones se volteó. 

— En el mostrador de la cocina. — dijo ella en una voz clara. — En la caja con las cosas 
del agente. 

— La caja con…— la voz se volvió desigual, como si su dueño se moviera  …las cosas del 
agente, hmmm, cariño no creo que esté aquí. Oh, espera. Si. ¡Aquí está! — la mujer sonó 
triunfante, como si hubiera descubierto el Pasaje del Noroeste , del cual acabámos de 
aprender al final del año escolar."

No podía negar que era una completa apasionada de la lectura, había leído montones de libros durante mi vida y ahora acababade comenzar otro nuevo. Mi madre lo sabía, seguro que pensó que así me entretendría, cosa que hago. Tampoco puedo negar que suelo pasarme horas encerrada en la haitación, con el pensamiento de que hasta que no acabe de leer un capítulo, no pienso salir. Porque una de las cosas que me caracteriza, es que odio dejar las cosas a medias, es algo normal en mí, hasta que no lo acabo, no lo dejo.

Después de un largo rato, una voz resuena por todo el avión, advirtiéndonos de que en diez minutos, tocaríamos tierra. ¡Al fin! Pienso. Saldré de esta cárcel de monos y volveré a ser libre.

Abrocho mi cinturón y vuelvo a concentrarme en la lectura.

Vuelvo a sentir unas patadas sobre mi asiento. Ruedo los ojos e intento relajarme. Las patadas son cada vez más fuerte y el avión comienza a moverse más bruscamente, debemos de estar llegando al suelo y el niño debe de estar entusiasmado por bajar, al igual que yo, no sabéis cuantas ganas tengo de bajarme de este avión, ¡yupi!

Por fin las ruedas giran sobre el alfasto y cesan las patadas sobre mi espalda. Suspiro relajada e intento leer lo más rápido que puedo.

- Disculpe señorita. -Habla una voz femenina, sin duda era la misma azafata de hace un rato-
- ¿Si? -Respondo al levantar la vista, no sin antes cerrar el libro marcando la página que leía con mi dedo índice-
- Tiene que bajar. -Me informa divertida haciendo que yo ría un poco por lo bajo-
- De acuerdo, ya voy. -La chica asiente y sigue andando recto-

Fijo mi vista en la página 26 de aquel libro e intento lo más rápido posible, acabar el capítulo 2.

- Señorita, señorita. -Escucho a mi lado, apenas unos minutos después. Levanto la vista- Tiene que bajarse.
- Un momento. -Pongo la mano derecha delante de mi cara, con gesto de "Espera" mientras acabo de leer.-
- No puedo esperar, el avión ya está vacío. -Habla insistente-
- Dos minutos, por favor. -Exijo-
- O baja ahora o llamo al piloto. -Me amenza aún con su tono falso de amabilidad-
- Ya voy, espere. -La chica suspira y se dirige... supongo que a llamar al piloto para que venga a echarme, genial-

"Scarlett suspiró mientras subía mi ventana, diciendo algo acerca de que todo el mundo tiene sus maneras. Yo sólo estaba mirando el callejón, el último lugar en que lo había visto, preguntándome si alguna vez el había estado allí en absoluto."

Al cabo de leer a toda prisa lo que quedaba de capítulo, cojo a toda prisa mi bolso y salgo corriendo del avión, viendo de reojo como aparecía la anterior azafata, acompañada por el piloto. Río una vez bajado la cuesta y respiro aliviada, ¿qué os decía? Odio dejar las cosas a medias, hasta no acabar el capítulo, no pensaba bajarme del avión y así fue.

Acomodé la tira de mi bolso sobre mi hombro y después de una sonrisa y un suspiro entré en el aeropuerto.
Busqué a mi abuelo o a la abuela, o incluso a los dos, antes de ir a recoger mis maletas, no podría yo sola con semejante ropa.

- ¡_______! -Exclamó una voz detrás mía, intenté buscar a la persona que me llamaba, pero no era capaz- ¡Aquí! ¡_______! -Enseguida pude encontrar el lugar de donde provenía y lo encontré. Giré mi cabeza y sonreí mientras corría a sus brazos-
- ¡Abu! -Lo abracé-
- ¡Que mayor estás! -Acarició mi espalda después del abrazo-
- ¡A pasado mucho tiempo! -Hablé emocionada, sonriendo como una estúpida-
- Sí. -Asintió- ¿Dónde están tus maletas?
- Aún no las cogí... -Andé hacia las maletas- ...son demasiadas y yo sola no puedo.
- No creo que sean tanta. -Habló divertido mi abuelo-
- Creeme que sí. -Coloqué una a una mis maletas en el suelo-
- No has cambiado nada, eh. -Niega gracioso con la cabeza- Sigues siendo tan coqueta como siempre.
- Yo no soy coqueta. -Respondo ruborizada- Solo me gusta estar arreglada.
- No decías lo mismo cuando jugabas en el barro con el hijo de nuestra vecina. -Rió-
- ¿En qué quedamos? ¿Soy coqueta o me gusta jugar en el barro? -Pregunto riendo-
- Ambas.

Reímos juntos ante su comentario y por fin terminamos de colocar las maletas en el maletero y a falta de espacio, algunas acabaron en los asientos traseros del vehículo.

Sentía un nudo en el estómago, sentía como si volviera a mi hogar después de tantos años, aunque así era. A medida que iban avanzando los metros por la carretera, sentía como volvía una parte de mí. Aquí pasé muchas cosas y aprendí muchísimas cosas gracias a mis abuelos.

Saqué mi mano derecha por la ventana y comencé a hacer ondas al compás del viento, mientras la velocidad del coche aumentaba. Mi pelo ondulado jugaba entrelazadamente con el viento, haciendo que este se vaya hacia atrás. Estaba caluroso el día, paracía que humeaban las calles, el sol radiante, el cielo azul sin nubes. Sin duda, este lugar es precioso. 

- Y, ¿qué tal la abuela? -Rompí el silencio-
- Ya sabes, ocupada. -Respondió mirando aún a la carretera-

Sonreí.

- ¿Puedo ir con ella? Me apetece saludarla. -Supliqué con los ojos iluminados-
- ¿Ahora? -Durante un milisegundo me miró, pero al instante volvió la vista a la carretera. Yo asentí- Está bien. -Accedió- Te llevaré allí y yo llevaré las maletas a casa, ¿de acuerdo? -Asentí entusiasmada-
- ¡Gracias abu!

Después de unos metros, el abuelo giró para llevarme a mi destino, el debería seguir recto hasta el final de la calle, pero sin duda aceptó el echo de ir a visitar a la abuela. Esta sería una gran tarde, por supuesto que yo tenía amigos aquí, pero no era una gran cantidad y después está el echo de que solo venía los veranos y hace ya siete años que no vengo, por lo que algo recorría mi estómago de arriba a bajo, como si quisiese salir, pero no pudiera.

Bajo del coche después de pasados unos diez minutos y contemplo la estancia con una sonrisa de oreja a oreja. Oigo como el motor del vehículo arranca y mi abuelo se aleja hasta desaparecer al final de la calle. Sin duda este es mi lugar, aunque yo no hubiera nacido en este sitio, pasé los mejores veranos de mi infancia, aquí no tenía que estudiar o hacer mis tareas, era todo diversión y diversión.

Caminar por las calles de tu ciudad, respirar el aire que te a seguido por todos estos años, mirar desde la ventana el anochecer. Sonreír a los viejos amigos, saber que crecieron contigo, los años no se detienen, la luna no se detiene, el corazón para el luchador no se detiene. El tiempo lamentablemente no se detiene. Tantas veces nos detenemos solo a criticar y no apreciamos que tenemos la vida de frente, mirar a los viejos amigos, los árboles viejos esos que una vez fueron el pilar de un descanso, caminar por las calles que te vieron correr bajo la lluvia. El mismo cielo, ya un poco agrietado el suelo, un paisaje lleno de recuerdos... Esta es mi ciudad, un libro abierto donde yo escribí muchos de mis sueños, donde siempre estarán mis recuerdos, puedo irme lejos, pero mi raíz siempre estará en este suelo. Las mañanas para mi no se verán tan especiales como se ven desde mi hogar, las risas no serán iguales a la de mi vecindario... Nada se compara con este lugar y aunque lejos me vaya, mi corazón aquí se quedará porque éste es mi lugar, simplemente este es mi álbum de recuerdos.

Abro la puerta y las campanitas que cuelgan en el marco de la entrada, resuenan por todo el local, lo que hace que me sobresalte. Río ante ese gesto, recuerdo que cuando tenía ocho años, le exigí a la abuela que colgara esas campana, ya que así quedaría más bonito y sabría cuando llegaba un cliente. Repetí en bajo la última frase que había dicho cuando era una enana.

Un empleado sale de una sala que si bien recordaba, era el almacén donde se guardaban los ingredientes. ¡Un momento! ¿Empleado? ¿En esta panadería no trabajaba solo la abuela? Aunque bueno, supongo que con el paso de los años, va necesitando ayuda. Me siento un poco egoísta, si no hubiera dejado de venir, no tendría que haber contratado a un empleado.

- ¿Puedo ayudarte en algo? -Habla amable-

Sin duda, un chico aproximadamente unos diez centímetros más alto que yo, lo que me hace sentirme indefensa, aunque bueno, yo nunca he sido la persona más alta de mi clase, mi estatura es normal, pero tirando más hacia abajo que hacia arriba. Puedo asegurar que está en buena forma y su voz respira tranquilidad, además es joven y no puedo negar que sea atractivo.

- Enrealidad, buscaba a Bárbara. -Afirmé con la misma amabilidad, no quería causa mala impresión, acabaa de llegar y estaría horrible caerle mal a alguien-
- Puedo atenderte yo, si quieres. -Apoyó sus manos en el mostrador y me miró con una sonrisa que hizo ruborizarme-
- No, no es eso. -Negué con la cabeza-
- ¿Entonces?
- Ella es mi abuela, vengo a visitarla. -Le explico, el pareció comprender mejor la situación y se fue por donde había venido, lo que me dejó un poco desconcertada-

Volví mi vista hacia mi derecha, sin duda este lugar no había cambiado nada, ni el color de las paredes, ni el lugar de los muebles... nada.

- ¿Qué pasa Harry? Estoy ocupada.

Esa frase hace que vuelva a la realidad, observo el lugar de donde procede aquella voz suave y débil comparada con la de aquel joven que supuse que sería el tal, Harry. Sale por la misma puerta que anteriormente el chico de pelo rizado utilizó para recibirme y al verme, abre sus ojos como platos, lo que hace que sonría.

- ¡_______! -Se hacerca a mí con los brazos abiertos, atrapándome en un reconfortante abrazo que sin pensarlo dos veces, respondo con cariño- ¡Que mayor estás! -Pellizca mi mejilla después de deshacer el abrazo-
- Abu... -Me quejo- ... no hagas eso, hay gente delante. -Susurro refiriéndome a Harry, con tono avergonzado-
- No te preocupes por él. -Le restó importancia- Harry es un buen chico. -Me miró con ojos iluminados-

¿Estaba insinuando algo? Claramente, sí, mi abuela es muy espabilada y más ahora, que no soy una niña.

La fulminé con la mirada y ella rió.

- Abuela, no tengo 5 años.
- Lo sé, ya no te dedicas a jugar en el barro con el vecino de al lado, tu has crecido... y él también. -Señaló a un lugar de la sala con la cabeza y volvió a meterse en el almacén-

Fruncí en ceño, ¿de qué hablaba? Seguí con la mirada al lugar que anteriormente la abuela Bárbara había señalado, los músculos de mi cara fueron relajándose, ¿Harry? ¿Harry era el niño con el que jugaba todas las tardes? No lo había reconocido, estaba super cambiado, ya no era un niñito, era sin duda alguna, un hombre.

Sonrió tímido al ver que no separaba mi vista de él, mostrando aquellos hoyuelos que me hicieron ver, que si era él, más alto y fuerte, pero era el. Le devolví el gesto y me decidí a bajar por fin la mirada hacia el suelo, debo haberlo intimidado, estoy segura.

- Voy a... -Señalo por donde se fue mi abuela y Harry me cede el paso-

Entro por la puerta que se dirige al almacén y una vez dentro, veo a Bárbara colocando botes de mermelada sobre una estantería, enseguida nota mi presencia y me manda una sonrisa risueña que yo respondo encantada.

- ¿Necesitas ayuda? -Pregunto acercándome a ella-
- ¿Has deshecho tus maletas? -Evita mi pregunta-
- No, le dije al abuelo que me trajera. -La abuela ríe-
- ¿Qué pasa? -Hablo confusa-
- Sabía que harías eso, estoy segura de que quieres comenzar a hacer un par de pasteles.
- Bueeeno. -Digo con voz aguda- Tal vez. -Prosigo con gesto de niña pequeña-
- Está bien. -Me deja- Pero ahora no, luego, más tarde.
- De acuerdo.
- Recuerda que a partir de las cuatro comienza a venir la gente. -Asentí-

Esta panadería siempre tuvo muchos clientes, sobre todo porque lleva aquí mucho tiempo y la gente entra en confianza. Claro que venía gente en todo momento, por la mañana para desayunar o para buscar algún que otro postre, pero por algún motivo que desconozco, las personas comenzaban a venir más después de la hora de comer, cosa que no entiendo, la verdad.

En ese instante, mis pensamientos fueron interrumpidos por las campanitas de la entrada, algún cliente. Oía la voz de Harry y como hablaba con una chica.

- Preferiría que ayudaras en la entrada. -Interrumpió mi abuela. Negué con la cabeza- Ve. -Insistió-

Me dirigí con cautela y silenciosamente hacia la puerta y saqué mi cabeza para poder observar la tienda. En ese momento el chico de pelo rizado le entregaba una pequeña tarta de chocolate a una niña de unos ocho años, se veía tan adorable. La pequeña era rubia, con dos trencitas, ojos azules muy claritos y una piel blanquita, llevaba un vestido de tirantes hasta un poco más abajo de las rodilla, era de un estampado de flores azules y rosas, lo que la había ver como una niña buena e indefensa.

- Adiós Harry. -Se despidió la niña con su vocecita aguda-
- Adiós Lucy. -Devolvió el saludo moviendo su mano derecha de un lado al otro, mientras la pequeña Lucy salía de la tienda-

Sentí un pequeño empujoncito, del que supuse que vendría de parte de mi abuela y al instante me encontraba en la misma sala que Harry. Reí nerviosamente mientras él fijaba su mirada en mí, después el negó con la cabeza con tono divertido mientras se daba la vuelta y colocaba una cesta con barras de pan, sobre una de las estanterías. Caminé despacio hacia el mostrador y apoyé mis codos encima de la mesa, mientras esperaba a que llegara alguien y poder ayudar en algo.

- ¿Qué se supone que haces? -Pregunta Harry gracioso-
- ¿Eh? -Me giré a verle- Ayudar a mi abuela. -Respondo obvia- Simpre lo hago y hoy no será excepción.
- De acuerdo. -Levantó las manos en forma de tregua y se giró a seguir haciendo lo suyo- No has cambiado tanto. -Habla de espaldas a mí. Yo me giro y termino apoyando mi cuerpo sobre el borde del mostrador y me cruzo de brazos sin entender-
- ¿Qué quiéres decir con eso?
- Estás más alta y algo cambiada en la cara y eso, pero sigues siendo igual de inocente. -Suelta una pequeña carcajada al final de la frase-
- Estás más alto, algo cambiado en la cara y tu peinado si duda no es el mismo, pero sigues siendo igual de idiota que siempre. -Lo imito con las misma carcajada-

Me miró con recelo y al instante comenzamos a reir los dos, pero fuimos interumpidos por las campanas de la puerta, rápidamente me giré y vimos a una niña que aproximadamente debería de ser de la misma edad que la anterior, solo que esta era morena.

- Hola Harry. -Saluda la niña con la mano y una sonrisa, mientras se acerca al mostrador-
- Hola, Emily. -Responde este del mismo modo-
- ¿Ella es tu novia? -Me señala con una sonrisa-
- ¡No! -Decimos nosotros a la vez-
- Bueno, bueno. -Levanta sus brazos en forma de inocencia- Yo sólo preguntaba.
- Bueeeno... -Me mira Harry- ¿Que tal con tu padre? -Vuelve la vista a la tal, Emily-
- ¡Bien! -Da un pequeño saltito- Tendrá un mes de vacaciones y el jueves que viene, ¡nos vamos al parque acuático! -Grita emocionada-
- ¡Me alegro! -Habla Harry- ¿Entonces vienes a por sus pasteles?
- ¡Sí! Seguro que les encantarán. -Dice segura-
- Espero que sí. -Coge el dinero de la niña y el le da el cambio- Aquí tienes.
- Gracias Harry. -Da media vuelta en dirección a la puerta- Adios. -Habla mirándome y me sonríe, yo le devuelvo el gesto-
- Adiós. -Hablamos al unísono-

El lugar quedó metido en un silencio algo incómodo, nadie decía nada y lo único que se escuchaba era la batidora de la cocina.

Y así ocurrió, a partir de las cuatro comenzó a venir gente y gente, por lo que no tuvimos que volver a hablar entre nosotros, de vez en cuando salía la abuelaa atender a las personas, pero estaba sumamente concentrada en la cocina, supongo que había muchos pedidos. Pero entre nosotros hicimos un buen trabajo, claro que no me esperaba comenzar así mis vacaciones, pero no me importaba por completo.

A eso de las siete y media, Harry acabó su turno y se marchó de vuelta a casa. Seguía viniendo gente, pero ya no tanta como a la tarde, venían solo tres o cuatro personas, pero ya no tantas como para no dar abasto.

Ya comenzaba a anochecer y la abuela me rogaba que vaya llendo para casa, que ni siquiera tendría que haber venido a la panadería, ya que tenía que guardar mi ropa e ir acomodándome en casa, pero yo no quería, claro que no.

- _______, es casi la hora de cerrar. -Dice Bárbara apagando la luz del almacén-
- Pero yo iba a cocinar. -Me quejé como una niña pequeña- Y no me dejaste. -Puse mi mejor cara de cachorrito, mi abuela rodó los ojos y ví como accedería-
- Está bien. -Suspira- Puedes quedarte, no te quedes hasta tarde y nada más acabar, vas para casa. -Me advierte, señalándome con el dedo índice- Cierra cuando salgas. -Me da las llaves y un beso en la mejilla, hantes de salir por la puerta-

Yo sonrío victoriosa y rápidamente voy a la cocina. Harina por aquí, levadura, agua, leche, nata, azúcar, chocolate, fresa, vainilla, todos los ingredientes necesarios y más, para poder hacer unos pasteles exquisitos. Acabé cubierta de harina de la cabeza a los pies, pero después de limpiar la cocina, fui al baño y sacudí todo lo que pude y así no quedar tan manchada.

Cojo la bandeja con las dos manos y con cuidado de que no se caiga nada de entre mis brazos, voy apagando las luces y finalmente, cerrar el local. Meto las llaves en mi bolso y camino hasta la casa de los abuelos Allen. Recordaba a la perfección donde estaba aquella casa, asique no me sería nada difícil llegar hasta allí. Es una casa grande, de tres pisos incluyendo el desván y siempre tenían habitaciones de sobra, tanto para invitados, como una especialmente para mí, ya que yo pasaba los ver... bueno, ya sabéis porque.

Eran eso de las nueve y media de la noche, y la calle estaba únicamente alumbrada por las farolas. Por suerte funcionaban todas y así no se oscurecería mi paso hacia casa. Me sentía super cómoda, iba tarareando una canción de la que no recuerdo muy bien el título, pero sí a la perfección el ritmo.

Estoy ya en la última manzana, tan solo quedan cuatro casas y por fin habré llegado a mi destino. No me olvido de los habitantes de aquellas casas. Ahora mismo paso por en frente de los Jonshon, y unos pasos después, de los Smith, ahora de los Dixon y finalmente solo queda una casa para llegar a la de mis abuelos. Sin duda no había cambiado nada, a lo mejor pintaron de nuevo la vaya, ya que se ve más reluciente de lo normal. Seguramente al haber yo crecido, ahora la casa ya no me parece tan grande, porque sin duda, cuando tenía seis años, me parecía una mansión, un castillo o incluso un edificio, pero en aquel entonces era una canija, no era muy al...

- ¿_______? -Una voz femenina interrumpe mis pensamientos. Paro en seco una casa antes de llegar a la mía y giro mi cabeza hacia la casa de donde proviene aquella voz- ¡_______! ¡Que mayor estás! -Se hacerca a mi, pero yo aún no consigo ver su cara, gracias a la oscuridad, pero igualmente voy acercándome a ella con lentitud- ¡Estás super alta! -Habla ya en frente mía. Abro mis ojos como platos y sonrío al ver a esa persona-
- ¡Anne! ¡Cuánto tiempo! -Me acerco más a ella para darle un abrazo y ella enseguida responde a mi gesto-
- ¿Cuánto tiempo a pasado? -Pregunta después de soltarnos-
- Unos... siete años. -Río incrédula-
- Has desaparecido completamente del mapa. -Habla feliz, yo asiento sonriendo- ¿Quiéres pasar a ver a los chicos? -Señala la puerta-
- Oh, no, no hace falta. -Niego con la mano- No quiero molestar. -Digo inocente-
- ¡Pero si no molestas! -Ríe- Y así ves a Har... -La interrumpo-
- Ya he visto a Harry. -Confieso- Está super cambiado. -Río y Anne asiente-
- Han crecido mucho, sí. -Habla con tono maternal-
- Bueno... ahora si me disculpas, tengo que ir a deshacer mis maletas, pero si te apetece podemos hablar mañana. -Le ofrezco con una sonrisa-
- Me encantaría y seguro que a Gemma también. -Acepta-
- Pues nos vemos mañana. -Nos damos dos besos- Mándale besos a Gemma y a Harry.
- Lo haré. -Me acaricia los brazos- Cuidate. -Me dice mientras me alejo en dirección a casa, yo la saludo con la mno y finalmente, entro en casa-
- Abus... ya estoy en casa. -Digo al cerrar la puerta-

A eso de las once menos cuarto, después de cenar, ducharme y ponerme el pijama, cojo el móvil y hablo un rato con mis padres, los que no se les ven muy animados, seguramente les habré interrumpido la cena en la playa o algo por el estilo, lo que me hace rodar los ojos y termino por colgar. Saludé a mis abuelos y me tumbé en la cama, y ansiosa comencé a leer el capítulo 3 del libro que mi madre metió en mi bolso, no tenía mucho sueño, lo que se me hizo un poco raro, ya que llevo todo el día trabajando, algo que tembién suena irónico, porque es mi primer día de vacaciones, pero es algo que yo elegí, asi que... Sin duda, después de estar un rato leyendo me entrará el sueño y dormiré tranquila.

— Creo que me voy a tomar mi descanso. —  me dijo Scarlett, empujando la gaveta de su 
registradora. — Ya que está lento y todo.  

— Espera, terminaré aquí en un segundo. —  Pero, por supuesto, mi línea estaba más larga 
ahora, llena de gente con quince artículos, o dieciocho artículos, o incluso veinte con una 
pequeña cuenta creativa, todos clavaban los ojos en mí. 

— ¿Te importa? —  dijo Scarlett, ya partiendo a las oficinas para dejar su cajón, ese kiwi en su 
mano libre.  Quiero decir... 

Miró hacia fuera rápidamente, y pude ver a Michael en la acera con su almuerzo. 

Está bien   le dije volviendo a Scarlett mientras comprobaba el cheque del hombre 
peludo a través del espacio de confirmación.  Tomaré mi descanso después, o algo así... 

-------------------------------------------------------------------
¡Hooooola a todo el mundo y FELIZ 2014!
Espero que hayáis disfrutado con este capítulo y no dejéis de leer,
que compartáis esta novela y así seamos cada vez más.
Ojalá os guste el cap y comentéis.

Os mando muchos beeeesos y abraaaazos.

- Eve

martes, 31 de diciembre de 2013

Introducción



Pues... ¿Por dónde comenzar? Supongo que por lo básico. Me llamo _______ Allen, tengo 18 años, aunque... los cumplí la semana pasada, tengo padre, madre, como todo el mundo, soy hija única. Nací en Dover, al sur de Inglaterra, cerca de Canterbury, al lado de la costa. Llevo toda mi vida aquí, aunque todos los veranos, desde que cumplí 2 años hasta los 11, iba al pueblo de mi abuela, dejé de ir porque había comenzado el instituto y me había costado mucho integrarme a la nueva presión y los nuevos compañeros. Por suerte, ya acabé las clases y para el año comienzo la universidad, aunque estas vacaciones, junto con mis padres, decidimos que ya era hora de volver a hacerles una visita a mis abuelos, hace un montón que no los veo, ellos son como mis segundos padres, aunque prácticamente es eso, ¿no? Bueno, el tema es que este verano lo pasaré a su lado, Eso sí, iré yo sola, mis padres pasarán sus vacaciones de viaje.

Estamos a 25 de Junio y me voy dentro de dos horas. Me desperezo y cuando por fin consigo levantarme de la cama, me dirijo a la ducha. Intento no demorarme mucho, ya que aún tengo que vestirme, desayunar y llevar las maletas al coche. Las preparé hace un par de días, porque la verdad, estoy demasiado emocionada y llevo una semana metiendo y sacando cosas de la maleta, que si esto, que si aquello, que si de una forma o de otra y el otro día, por fin conseguí decidirme. Aproximadamente son unas 5 maletas, sé que son demasiadas, pero nunca se sabe lo que puede pasar...

Salgo al fin de la ducha, me enrosco la toalla en el pelo y me pongo el albornoz, entro de vuelta a la habitación, que está toda ordenada, solo falta hacer la cama y listo. Suspiro, va a pasar mucho tiempo hasta que vuelva a dormir en mi cama o vuelva a ver a mis amigas.

Me fijo en el reloj que hay encima de mi cómoda, son las 10:15 y mi vuelo sale a las 12:00. Cojo la ropa que dejé en la silla del escritorio la noche anterior y cuando acabo de vestirme, me meto de nuevo al baño, donde seco mi pelo y al acabar lo plancho. Salgo de la habitación y bajo a desayunar.


- Buenos días. -Me siento al lado de mi padre, que lee el periódico y le doy un beso en la mejilla-
- Te ves animada. -Habla gracioso- ¿Por qué será?
- Tengo unas ganas tremendas de volver a ver a la abuela. -Le doy un sorbo al zumo que mi madre me acaba de servir-
- Ya falta poco, no seas impaciente. -Responde mi madre-
- Hace un montón de tiempo que no la veo.
- Hablas con los abuelos todos los días. -Ríe mi padre-
-  Pero hace como siente años que no los visitamos. -Insisto- ¿Por qué no vienen a vernos?
- Sabes que tu abuela tiene mucho trabajo. -Sonrío al recordar eso- De eso te acuerdas, ¿no? -Mi madre suelta una pequeña carcajada-
- Nada más llegar, voy a ir allí. -Aseguro- Y la voy a ayudar. -Hablo sonriente-
- Traenos un par cuando vuelvas, eh.
- Claro papá.
- Pero bien echos. -Habla ahora mi madre-
- ¡Tenía solo 6 años! Aún estaba aprendiendo. -Me excuso. Mis padres ríen y al final, yo termino uniéndome a ellos- ¿Sabéis al final donde vais a ir? -Hablo después de un rato, evandiendo el anterior tema-
- Sí. -Asuegura mamá- Vamos a ir a Benidorm .
- ¿Eso no está en España? -Pregunto medio confusa-
- Así es. -Responde papá-
- ¡¿Váis a ir a España?! -Abro los ojos como platos-
- Dicen que hay unas playas estupendas. -Dice mi madre-
- Si queríais deshaceros de mí, solo tenéis que dejarme con los abuelos. -Hablo ofendida a la vez que graciosa- Sabéis que ellos me recibirán con los brazos abiertos y yo responderé encantada.
- Mjm, queremos pasar unas vacaciones agradables, igual que tú. -Interviene mi padre-
- ¿Estás de broma? ¿Para eso tenéis que ir a otro país? ¡Yo me lo pasaré genial en el pueblo de los abuelos! -Respondo riendo-
- Los jóvenes de hoy en día odian ir al pueblo de los abuelos y prefieren irse de viaje, sobre todo a otro país, ¿qué clase de hija eres tú? -Comenta graciosa mi madre, yo la fulmino con la mirada-
- Debo de ser la única madura de esta sala, entonces. -Digo haciéndome la superior-
- Lo que tú digas. -Habla de nuevo mi madre- Ahora vete a meter las maletas en el coche.
- Está bien. -M levanto de mi asiento-
- Y como me entere de que te echas novio, verás. -Oigo como habla mi padre y al instante está riendo acompañado de mi madre-
- ¡Papá! -Digo desde las escaleras-
- Le diré a la abuela que te vigile. -Señala sus ojos con el dedo índice y corazón y después me me señala a mí, adviertiéndme de que va a vigilarme, yo no puedo evitar reírme-

Una vez llegado a mi habitación, voy cogiendo una a una las maletas y voy metiéndolas en el maletero del coche. Mis padres están locos y obsesionados con parecer "guays" lo que quiero decir, es que normalmente son tus padres lo que te obligan a ir a la casa de tus abuelos y eres tú la que se resiste, porque quieres irte de viaje a otro lugar, donde puedas estar con tus amigos e ir de fiesta, lo que no descarto, pero yo puedo estar con mis amigas todo el año y puedo ir a pasear a la playa con ellas cuando me apetezca, pero este verano, prefiero estar con mis abuelitos que los quiero y echo muchísimo de menos.

Después de un rato, nos montamos en el coche y cuando por fin llegamos al aeropuerto, mis padres me ayudan con las maletas, cosa que agradezco, porque no puedo yo sola. Me fijo en el gran reloj que hay en lo alto de la pared, son las 11:56, ya falta poco, estoy entusiasmada, claro, lo he dicho montones de veces durante esta mañana, pero por otra parte me da un poco de penita dejar a mis padres solos, vale hablo como si fueran mis hijos, pero, se me va a hacer un poco extraño. Aunque no creo que ellos me echen mucho de menos, ¡están dispuestos a cambiar de país para irse de vacaciones! Yo nunca hiabría pensado eso, nunca salí del país y bueno... me da un poco igual, no conozco gente fuera de Inlgaterra, lógicamente.

- Ten cuidado. -Mi madre me entrega el bolso-
- Claro que lo tendré. -Respondo obvia-
- No bebas alcohol. -Prosigue-
- Jamás lo he echo. -Giro los ojos-
- No te eches novio. -Miro a mi padre, que hasta hace un segundo observaba el horario de los vuelos-
- Papá. -Lo fulmino con la mirada-
- He hablado con la abuela. -Me señala con el dedo índice-
- Lo que tú digas. -Levanto las manos en forma de inocencia-

A los dos minutos, el altavoz resuena por todo el aeropuerto avisando de que vi vuelo está a punto de salir.

- Pásatelo bien. -Me sonríe mamá-
- ¡De acuerdo! -Doy saltitos emocionada-
- Compórtate. -Me detiene mi madre-
- Está bien. -Me acomodo de nuevo la ropa-

Cuando por fin me quito a mis padres de encima, subo al avión, un nudo en el estómago me hace sonreír, eso quiere decir que ya falta poco, genial.

El vuelo transcurre incómodo, no puedo parar de removerme en mi asiento, estoy demasiado nerviosa, quiero llegar ya, comienzo a agobiarme, tengo calor, un niño no para de darme patadas en el asiento y los cacahuetes que reparten están asquerosos, pido una botella de agua y me la bebo en 5 minutos, los nervios, el agobio, el calor, ¡quiero llegar ya!

---------------------------------------------------------------------------

¡Hooooola! Bueno, espero que os haya gustado la introducción,
necesito vuestra opinión, ¡os lo ruego!
Bueno, de momento no se nada de Sara, no se si habrá leído los comentarios
o si está leyendo esto, pero si lo está, espero que me 
responda pronto, porque lo repito, me haría mogollón, super, muchísima, ilusión, 
porque es una genia y estoy completamente segura,
de que con su ayuda,
esto va a quedar genial.

Besoooos

- Eve